El Movimiento de Azusa y la realidad de hoy
A continuaciòn hacemos un extracto de un articulo aparecido en el digital del Concilo asambleas de Dios de los Estados Unidos.
El apóstol Pablo nos dice que Jesús se les apareció a más de quinientas personas entre el momento de su resurrección y el de su ascensión al cielo (1 Corintios 15:6). Sin embargo, en el Día de Pentecostés solo había ciento veinte presentes en el Aposento Alto. Muchas veces me he preguntado cómo se sentirían los otros trescientos ochenta más tarde, cuando se dieron cuenta de que se habían perdido el gran momento de su vida, el derramamiento del Espíritu en un lugar llamado «el Aposento Alto».
A principios del siglo veinte, también hubo otro «aposento» donde se reunían los santos, y donde recibían el poder del Espíritu. Lo conocemos como la Misión de la Calle Azusa, el avivamiento que realmente hizo nacer el pentecostalismo en el mundo entero. De una u otra forma, la mayor parte de los miembros de los Movimientos Pentecostal y Carismático remontan sus raíces históricas y su herencia espiritual a esa Misión de la Calle Azusa y al avivamiento que duró noche y día durante tres años.
El Avivamiento de Azusa comenzó el 9 de abril de 1906. Diez días más tarde, un gran terremoto sacudió San Francisco, California, destruyendo más del ochenta por ciento de la ciudad y matando tres mil personas. En cambio, el Avivamiento de Azusa generó un terremoto de una clase diferente; un terremoto espiritual que aún sigue sacudiendo al mundo, y cuyas ondas y sacudidas han llegado hasta la tercera, la cuarta y la quinta generación y abrazado a más de setecientos millones de creyentes llenos del Espíritu en todo el planeta.
¿Qué teníamos esos creyentes que necesitamos nosotros hoy? Hay por lo menos cinco maneras de responder a esa pregunta.
1) Una gran hambre de Dios
Los hombres y las mujeres de la Calle Azusa vivían bajo el impulso de un hambre, no de conocer cosas acerca de Dios, sino de conocer a Dios mismo; no de oír hablar de Dios, sino de oír a Dios mismo. Querían conocer al Señor en su plenitud. De aquí la expresión “Evangelio completo”.
Se tomaban muy en serio lo que Jesús había declarado acerca del Espíritu: que del interior de todo aquel que creyera en Jesús, podrían correr ríos de agua vida (Juan 7:37–39). La palabra ríos, o corrientes, se refiere a un cuerpo de agua abundante que brota poderosamente, y surge desde el centro mismo de la vida.
2) Un gran amor mutuo
El Avivamiento de la Calle Azusa significó una destrucción de barreras que normalmente dividen entre sí a los seres humanos: la raza, la clase social, el sexo, la riqueza, el idioma, los estudios, la afiliación a una iglesia y la cultura.
El Anciano presidente, un predicador negro que estaba ciego de un ojo, llamado William J. Seymour, servía por nombramiento divino, y no gracias a una manipulación política exitosa. La Misión tenía un liderazgo y una congregación integrados y, aunque esto se produjo décadas antes del Movimiento Americano de Derechos Civiles, existía en ella una asombrosa falta de discriminación.
3) Una entrega a la Biblia como Palabra de Dios
Estos primeros pentecostales de Azusa no tenían las experiencias porque quisieran tenerlas. Aunque se pueden señalar unos pocos énfasis desplazados de menor importancia en Azusa, su búsqueda de una experiencia subjetiva y personal con Dios se hallaba dentro de los límites de la Palabra objetiva escrita de Dios. Ellos creían que el Espíritu no va donde su Palabra no lo permite.
4) La dedicación a un evangelismo y a unas misiones que estaban llenos del poder del Espíritu
El bautismo en el Espíritu Santo, tal como se entendía en Azusa, no era simplemente para bendición de la persona: su razón central de ser era recibir poder para servir. Esa distinción se vuelve vital cuando vemos cómo hay quienes han buscado al Espíritu por la experiencia en sí misma, y no para tener una fortaleza y una competencia renovadas con el fin de dar testimonio de Cristo.
El primer número de The Apostolic Faith (septiembre de 1906) destacó la causa de las misiones y del envío de misioneros en su primera página. Las misiones no se desarrollaron más tarde, sino que estuvieron al frente y en el centro de su existencia. Y no esperaron hasta ser una gran organización; comenzaron sus énfasis y sus ofrendas misioneras desde sus primeras horas. No recogían ofrendas; había una caja para colectas en la parte posterior, pero eso no significa que no ofrendaran.
5) La dedicación a restaurar la Iglesia del Nuevo Testamento
Hace más de tres décadas, fui a Roma y entré a ver el gran fresco de Miguel Ángel que se encuentra en el techo de la Capilla Sixtina, en el Vaticano. Salí de allí muy desilusionado, preguntándome por qué era considerado como una obra de arte tan grandiosa. El techo estaba muy oscuro, como resultado de los siglos en que las velas encendidas habían producido una fina capa de hollín. Recientemente, volví a visitar la Capilla Sixtina. En los años transcurridos desde mi primera visita, la habían limpiado, y ahora el derroche de color y de detalles creado por Miguel Ángel resplandecía en toda su gloria original.
Cuando el Espíritu Santo se derramó sobre los ciento veinte, lo hizo en la mañana de la dispensación del Espíritu Santo. Hoy en día estamos viviendo en la tarde de la dispensación del Espíritu Santo. Así como fue en la mañana, también será en la tarde. Este es el último llamado evangelístico del día.
¡Quiera Dios obrar de verdad en medio de nosotros de una manera tal, que la Calle Azusa solo sea una llovizna, comparada con lo que Él hace al darnos la lluvia tardía en los años que tenemos ante nosotros, si es que Jesús retrasa su venida!
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