Gracias por volverme ciega
Si mañana se me ofreciera la vista terrenal perfecta, no la aceptaría.”
Para Frances Jane van Alstyne, mejor conocida como Fanny Crosby, autora de más de 9 mil himnos cristianos, ciega desde los dos meses de nacida, la total privación de la vista fue una bendición.
¿Quién fue Fanny Crosby?
Ella nació en Putnam, Nueva York, en 1820. Su padre era descendiente de los famosos peregrinos del barco Mayflower que arribaron desde Inglaterra hasta las costas del Este de Estados Unidos en 1620.
A los dos meses de nacida sufrió un resfriado que se complicó con una inflamación de los ojos. El médico de la familia se encontraba ausente y sus parientes recurrieron a un doctor improvisado que le aplicó cataplasmas de mostaza caliente, pero su nervio óptico resultó dañado.
Su padre falleció dos meses después. Su madre tuvo que trabajar y la niña fue enviada a la casa de su abuela (Eunice Poddock Crosby) donde fue educada con fuertes valores cristianos. Se repitió la historia de Timoteo con Eunice y Loida.
De pequeña, Fanny era demasiado inquieta: jugaba con los demás niños, trepaba a los arboles, montaba caballos y desarrolló una increíble memoria.
Cuando cumplió 8 años apenas comenzaba el sistema Braille para ciegos, pero ya escribía poemas y memorizaba la Biblia. Su biografía cita que podía recitar el Pentateuco, los evangelios, el libro de Proverbios y muchos salmos a los 15 años de edad.
Aunque su vocación era la literatura, aprendió a tocar varios instrumentos como órgano, guitarra, piano y arpa.
Siendo adolescente logró ingresar al Instituto para Ciegos de Nueva York donde permaneció 23 años de su vida: 12 como estudiante y 11 como profesora de gramática, retórica e historia.
Su facilidad para escribir poemas era tan extraordinaria que la gente le pedía poesías para diferentes ocasiones.
Un ex estudiante de Fanny, Alexander van Alstyne, también ciego, se enamoró de ella y en 1858 a los 38 años de edad contrajeron matrimonio. Alstyne era un magnífico organista de Nueva York y escribió las melodías de muchos de sus himnos. Fanny tenía una mente tan prodigiosa que escribía seis y siete himnos en un solo día.
Entre sus inspiraciones más famosas figuran A Dios Sea la Gloria, Grata Certeza, No me Pases no me olvides y Alabad al Gran Rey.
¿Se quejó Fanny con Dios por ser ciega, por no poder contemplar a su familia, por nunca disfrutar la belleza de la naturaleza? Nunca, al contrario daba gracias a Dios por ser no vidente. Una extraña conformidad.
En una ocasión un predicador le expresó su pesar por el hecho de que Dios le había dado muchos dones, menos el don de la vista. Su respuesta fue tajante:
Sabe, si yo al nacer hubiera podido pedirle a Dios una cosa, le habría pedido nacer ciega, porque cuando vaya cielo la primera cosa que alegrará mi vista será la cara de mi Salvador”.
Algo más increíble del proceder de esta hermana. Ella escuchó decir que el médico que la dejó ciega siempre tuvo remordimientos siempre. Ante esa realidad dijo lo siguiente:
Si pudiera hablar con él ahora le diría gracias, gracias, una y otra vez, por volverme ciega… si mañana se me ofreciera la vista terrenal, no la aceptaría. Creo que fue la intención de Dios que yo viviera mis días en oscuridad, para estar mejor preparada para contar sus alabanzas. No podría haber escrito miles de himnos si hubiese sido obstaculizada por las distracciones de poder ver todos los objetos hermosos e interesantes.”
Es una de las autoras de himnos cristianos más prolífica de la historia. De sus canciones impresas se han hecho más de cien millones de copias. En el año 1975 se incluyó su nombre en el Salón de la Fama de la Música Gospel.
Falleció el 12 de febrero de 1915 a la edad de 95 años en Bridgeport, Connecticut y todavía a los 90 años estaba activa. Está sepultada en el Mountain Grove Cemetery donde una tarja en su tumba le rinde homenaje a quien inspiró y edificó a cristianos de todo el mundo mediante la escritura de miles de himnos y poemas.
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