Mateo 26:41:
Velad y orad, para que no entréis en tentación; el espíritu a la verdad está dispuesto, pero la carne es débil.
Lucas 11:9-10:
Y yo os digo: Pedid, y se os dará; buscad, y hallaréis; llamad, y se os abrirá. Porque todo aquel que pide, recibe; y el que busca, halla; y al que llama, se le abrirá.
¿Qué es la oración?
Es el medio por el cual usted y yo vencemos las tentaciones del mal. La oración es hablar, platicar con Dios, se hace de la misma forma en la que se conversa con los amigos, padres u otra persona de mucha confianza.
La comunicación debe estar llena de confianza, sin secretos, donde se exprese lo que la persona siente, sin temor a ser juzgado o rechazado. En toda plática o conversación, no solo se expresa, sino que también se recibe respuesta. Cuando se nos hace interesante esa relación de amistad con Dios a través de la oración, no escatimamos esfuerzo para separar tiempo y estar a solas con Dios, en oración.
La actitud en la oración debe ser de total humildad, acercarse a Dios con un corazón contrito y humillado. La oración produce crecimiento, una vez que nos damos cuenta de que la autoridad de nuestra oración desata el gran poder de Dios, nos animamos a buscarlo de todo corazón.
Jesús el hijo de Dios hizo de la oración su prioridad, oraba al padre en todas los momentos y dependió del Espíritu Santo en todo el tiempo de su ministerio.
Lucas 4:18:
No nos dejó huérfanos, dio a su iglesia el Espíritu Santo como consejero, maestro, consolador, guía, amigo fiel. Pero sin la oración no podemos obtener esos beneficios.
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