Cuarenta días a través de la Biblia – II

El profeta Elías, uno de los grandes héroes de la fe, aunque no mencionado explícitamente por el autor del libro a los Hebreos, pero sí implícitamente cuando menciona a los profetas, entre los cuales se encuentra Elías. Este hombre de Dios inició su ministerio durante una época muy sombría en el reino del Norte, Israel. El rey Acab se había apartado completamente de Dios, y se había casado con Jezabel, hija del rey de Sidón, a fin de establecer una alianza política con la cual pretendía fortalecer su reino. Puesto que Jezabel venía de un país con cultura y creencias religiosas muy diferentes a las del pueblo de Israel, logró traspolar estas diferencias a la nación donde reinaba junto a su esposo Acab, un hombre que exhibió muchas debilidades de carácter.
El profeta Elías, por mandato de Dios acudió al palacio del Rey Acab para anunciarle acerca de una sequia que se aproximaba, la cual duró “tres años y seis meses” (Santiago 5:17). El Dios omnisciente conocía con antelación la reacción de Acab cuando arreciaron la sequía y como consecuencia los frutos se escasearon, el ganado fuera aniquilado a causa de la falta de agua y alimentos, y el pueblo comenzara a sufrir en carne viva los efectos de la falta de lluvia, por lo cual le ordenó a su siervo Elías esconderse en el arroyo de Querit donde tendría agua para beber y Dios enviaría cuervos para llevarle el alimento cada día; pero después de algunos días el arroyo se secó a causa de la sequía. El Dios soberano que tiene el control de todo lo que sucede en los cielos, la tierra y debajo de la tierra, le ordenó al profeta Elías trasladarse a Sarepta de Sidón donde encontró una viuda, que al ser testigo de milagros realizados a favor de ella por el profeta Elías, puso su fe en el Dios verdadero.
Al final de la sequía, el profeta Elías fue a encontrarse con el rey Acab, el cual lo acusó de la crisis que sufría el pueblo de Israel a causa de la sequía; pero el siervo de Dios no aceptó la acusación y le respondió que los culpables eran él y su esposa Jezabel, a la vez que le lanzó un reto que consistía en probar que Jehová era Dios y que Baal era un ídolo fabricado por hombres, sin ningún poder. El desafío se realizó en el Monte Carmelo donde Jehová, el Dios verdadero contestó con fuego. Después de este evento glorioso Elías tuvo que esconderse de nuevo en un lugar desierto donde no había alimentos, pero Dios no abandona sus hijos le envió comida y agua, y le dijo: “Come y bebe que gran camino te resta”; Elías obedeció y “fortalecido con aquella comida caminó cuarenta días y cuarenta noches” (1 Reyes 19:8).
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