Frutos, Dones y Ministerios Espirituales – III
El amor, presentado por el apóstol Pablo como el fruto del Espíritu que sirve de fundamento a los demás frutos (Gálatas 5:22, 23), se manifiesta en forma vertical cuando trasciende de Dios a los humanos, y en forma horizontal de humano a humano. El apóstol Juan dice que: “Nosotros le amamos a él, porque él nos amó primero” (1 Juan 4:19). De modo que el fruto del amor que se produce en los humanos tiene su origen en Dios; es decir, el amor de Dios derramado sobre la raza humana, motivó que el fruto del amor pudiera manifestarse desde los hombres y mujeres hacia Dios y de la misma manera entre ellos mismos.
El Señor Jesús le respondió a un fariseo que le preguntó acerca de ¿cuál era el gran mandamiento diciendo: “Amarás al Señor tu Dios con todo tu corazón, y con toda tu alma, y con toda tu mente. Este es el primero y grande mandamiento. Y el segundo es semejante: Amarás a tu prójimo como a ti mismo. De estos dos mandamientos depende toda la ley y los profetas” (Mateo 22:37-40). El gran maestro divino hizo aquí una síntesis de los 10 mandamientos, puesto que si ama a Dios no va a adorar y venerar a otros dioses, no va a tomar su nombre en vano y le dedicará un día a la semana para rendirle adoración y dedicarse a los asuntos del reino, cosas a las cuales debemos dedicar tiempo todos los días. Cuando el Señor ordena amar al prójimo como a sí mismo, está también sintetizando los mandamientos referentes al prójimo, puesto que si alguien ama a su prójimo como a sí mismo, honrará a padre y madre, no matará a su semejante, no cometerá adulterio, no robará, no levantará falso testimonio a su prójimo, ni codiciará sus pertenencias.
El libro del profeta Oseas presenta un ejemplo de la práctica del amor cuando Dios le dice al profeta: “Ve, ama a una mujer amada de su compañero, aunque adúltera,…” (Oseas 3:1). Si se busca el original de la transliteración del Hebreo en que fue escrito el Antiguo Testamento al Griego, se descubrirá que no se utiliza la palabra EROS, que es el amor erótico, ni la palabra FILEO, que se utiliza para el amor filial, sino la palabra agapezon que es un derivado de la palabra AGAPE, que se utiliza para el amor sacrificial. De modo que es por ese amor que se da a cambio de nada que podemos amar a todos los miembros de la familia, a los hermanos en Cristo y, aún a aquellas personas que no hacen empatía con nosotros. El mandamiento es: “Amaos unos a otros”, sin importar si los otros no nos aman.
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