Frutos, Dones y Ministerios Espirituales – VIII

Frutos, Dones y Ministerios Espirituales – VIII

La mansedumbre, el octavo de los frutos del Espíritu presentados por el apóstol Pablo a la iglesia de Galacia, es además el segundo de los frutos denominados de madurez. Algunos especialistas en la Teología afirman que una persona mansa es aquella que posee una disposición de gentileza y bien balanceado en su temperamento, carácter y pasiones. El hombre o la mujer que posee este fruto del Espíritu se caracteriza en que frente a situaciones capaces de afectarle negativamente puede auto controlarse, es decir, tiene la virtud de exhibir lo que los expertos en la conducta humana denominan “inteligencia emocional”. La mansedumbre es un fruto del Espíritu, por tanto, en lugar de tratar adquirirlo en una academia científica, hay que buscarlo en oración.

La mansedumbre caracterizó a hombres de Dios en el Antiguo Testamento, entre los cuales se destaca Moisés, varón escogido por Dios para liberar al pueblo de Israel de la esclavitud en Egipto. Este príncipe criado en el palacio del Faraón de turno no poseía este fruto de la mansedumbre durante su juventud, puesto que en un acto de venganza en defensa de los de su raza, mató a un egipcio, por lo cual se vio obligado a huir y exiliarse en tierra de Madián donde se desempeñó como pastor de las ovejas de su suegro Jetro, sacerdote de Madián durante cuarenta años, y más adelante otros cuarenta años dirigiendo al pueblo de Israel en el desierto. Después de un largo proceso que duró 80 años, Moisés adquirió el fruto de la mansedumbre, por lo cual la Biblia registra: “Y aquel varón Moisés era muy manso, más que todos los hombres que había sobre la tierra” (Números 12:3).

El fruto de la mansedumbre es tratado por el sabio Salomón cuando dice: “Si el espíritu del príncipe se exaltare contra ti, no dejes tu lugar; porque la mansedumbre hará cesar grandes ofensas” (Eclesiastés 10:4). El profeta Sofonías recomienda este fruto del Espíritu diciendo: “Buscad a Jehová todos los humildes de la tierra, los que pusisteis por obra su juicio; buscad justicia, buscad mansedumbre; quizá seréis guardados en el día del enojo de Jehová” (Sofonías 2:3). El Señor Jesucristo, citando el Salmo 37:11 dijo: “Bienaventurados los mansos, porque ellos recibirán la tierra por heredad” (Mateo 5:5). El maestro agregó: “Llevad mi yugo sobre vosotros y aprended de mi, que soy manso y humilde de corazón; y hallaréis descanso para vuestras almas” (Mateo 11:29). El apóstol Pablo destaca el fruto de la mansedumbre al mencionarlo en siete de sus cartas.

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Pastor y fundador de la Iglesia de las Asambleas de Dios Templo el Calvario, Santo Domingo, Rep. Dom.