Hacia una renovación espiritual – IX

Hacia una renovación espiritual - IX

Después de la muerte de Josué, el gran conquistador de la tierra prometida, el pueblo de Israel permaneció por un tiempo sin un líder capaz de mantener las conquistas que su líder fallecido había obtenido. La frase: “En aquellos días no había rey en Israel; cada uno hacía lo que bien le parecía”, se repite en el libro de los Jueces de una manera enfática (Jueces 17:6; 21:25). La declaración que terminamos de mencionar es un indicador de la condición socio-espiritual a que descendió el pueblo de Dios después de la muerte de su líder y contemporáneos, y haberse levantado una generación que no conocía de la esclavitud en Egipto; la liberación divina de ese yugo; la estadía durante cuarenta años en el desierto; y la conquista de la tierra prometida.

El pueblo de Israel presentó un retroceso en su relación espiritual en lugar de continuar renovándose espiritualmente. La apostasía encontró una puerta abierta en el pueblo de Dios, lo cual es reseñado por el autor del libro de Jueces diciendo: “Después los hijos de Israel hicieron lo malo ante los ojos de Jehová, y sirvieron a los baales. Dejaron a Jehová el Dios de sus padres, que los había sacado de la tierra de Egipto, y se fueron tras otros dioses, los dioses de los pueblos que estaban en sus alrededores, a los cuales adoraron; y provocaron a ira a Jehová. Y dejaron a Jehová, y adoraron a Baal y a Astarot” (Jueces 2:11-13). ¡Cuán profunda fue la caída espiritual del pueblo de Israel!

Dios en su infinita misericordia no abandonó a su pueblo, cumpliendo de esta manera su palabra que dice: “si fuéremos infieles, él permanece fiel; El no puede negarse a sí mismo” (2 Timoteo 2:13). Por tanto, Dios escogió hombres y mujeres sencillos para liberar a su pueblo cuando a causa de haber dado las espaldas a Dios eran sometidos a servidumbre por las naciones vecinas. Los primeros tres hombres escogidos por Dios para juzgar al pueblo de Israel fueron: Otoniel, Aod y Samgar. Más adelante escogió a una profetiza de nombre Débora, la cual no quiso encabezar una batalla con un ejército enemigo a causa de su condición de mujer, por lo cual invitó a Barac, el cual también tuvo miedo; pero finalmente, ambos fueron al frente de batalla después de una renovación espiritual, y con la ayuda de una valiente mujer de nombre Jael, obtuvieron la victoria.

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Pastor y fundador de la Iglesia de las Asambleas de Dios Templo el Calvario, Santo Domingo, Rep. Dom.