Homilía

El amor es sufrido, es benigno; el amor no tiene envidia, el amor no es jactancioso, no se envanece; no es indecoroso, no busca lo suyo, no se irrita, no guarda rencor; no se goza de la injusticia, más se goza de la verdad. Todo lo sufre, todo lo cree, todo lo espera, todo lo soporta. El amor nunca deja de ser…” (1 Corintios 13:4-8).

El amor es el primero de los frutos del Espíritu mencionado por el apóstol Pablo en su carta a los gálatas. El amor es uno de los grandes atributos de Dios. El profeta Jeremías dice que el Altísimo nos ha amado con amor eterno, y ese amor se extendió a toda la humanidad perdida, y con un amor tan grande dió a su único Hijo para que todo aquel que en el crea no se pierda, sino que tenga la vida eterna. Juan, a quien se le denomina el apóstol del amor, dedica su primera epístola al tema del amor, en la cual nos enseña acerca de la trascendencia del amor, de modo que de la manera que el amor transcendió de Dios a nosotros, no permanece inmanente en el creyente, sino que transcienda hacia aquellos que nos rodean; y dice que el que ama a Dios debe amar también a su hermano.

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Pastor y fundador de la Iglesia de las Asambleas de Dios Templo el Calvario, Santo Domingo, Rep. Dom.