La mejor inversión

La mejor inversión

Recientemente el país vivió  otro  momento de consternación con el asesinato de un adolescente de 16 años. No es la primera vez que hechos similares nos conmueven a todos. Pero en esta ocasión cobra características más dramáticas por tratarse como autor de este horroroso hecho, una persona que se suponía era su guía espiritual.

En el trasfondo de este crimen han surgido datos, versiones y revelaciones respecto a situaciones anómalas en los vínculos entre el joven y  su verdugo que van desde relaciones íntimas de homosexualidad, dinero, chantaje hasta abuso consentido.

Sin embargo, aparte de condenar este asesinato y pedir la aplicación de todo el peso de la ley para el o los culpables, necesario es cuestionar el papel de la familia de la víctima en todo este drama. Cómo es posible que nadie notara algo extraño en una relación tan cercana durante alrededor de 5 años?  Nunca nadie se preguntó las razones del despliegue de regalos costosos y la exhibición de  ciertos lujos en un joven sin actividad productiva?

Muchas otras muchas interrogantes surgen.

Hace poco inicio el año escolar en nuestro país. Más de 2 millones  de estudiantes en las escuelas públicas y una cantidad superior a los 600 mil en centros privados y mixtos llenan las aulas. Regresan a los planteles tras un período de vacaciones en que los padres y tutores han tenido que romperse las cabezas en gastos de inscripciones, libros, uniformes, útiles, etc..

En este contexto hay que repetir: de nada vale pagar los mejores colegios o invertir grandes recursos en la educación de los hijos si no se prioriza una educación moral, cívica y espiritual desde el hogar. Si a los hijos no se les inculca el valor del respeto a los mayores, el trabajo honrado, no hablar mentiras, obedecer a los padres y sobre todo enseñarles el amor a Dios, todo el dinero gastado se convierte en cenizas.

Quién sabe si esa tragedia se hubiese evitado si se hubieran aplicado esos principios.

El primer mandamiento para criar a los hijos es dado a los padres, pero a ellos Pablo les recomienda que lo hagan sin provocarlos a ira (Efesios 6:4) ni exasperarlos a fin de que no se desanimen (Colosenses 3:21). Los griegos y los romanos eran duros con sus hijos al punto que los mataban o abandonaban si nacían con defectos físicos. El apóstol es uno de los pocos escritores de su época que desaprobaba una disciplina excesiva. El por qué este mandato a los padres (hombres) se entiende  por las costumbres de la época y por el hecho de que las madres están adornadas con una “paciencia divina” para con sus hijos.

Esa tarea no está a cargo del sacerdote, pastor, entrenador, maestro, líder juvenil, pariente o cualquier otra figura jerárquica.  La iglesia y la escuela cristiana  solo ayudan en el adiestramiento que dan los padres. La tarea es de usted, papá. Es de usted, mamá.

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Periodista y presidente del Ministerio de la Pastoral Familiar del Templo el Calvario.