La profecía en la Biblia – XIV
El libro primero de reyes registra profecías desde su segundo capítulo cuando el rey David días antes de morir dijo a su hijo y heredero Salomón: “Guarda los preceptos de Jehová tu Dios, andando en sus caminos, y observando sus estatutos y mandamientos, sus decretos y sus testimonios, de la manera que está escrito en la ley de Moisés, para que prosperes en todo lo que hagas y en todo aquello que emprendas; para que confirme Jehová la palabra que me habló, diciendo: Si tus hijos guardaren mi camino, andando delante de mí con verdad, de todo su corazón y de toda su alma, jamás, dice, faltará a ti varón en el trono de Israel” (1 Reyes 2:3-4). En este mismo capítulo se cumplió la profecía de Jehová sobre la casa de Elí, pues Abiatar, último sacerdote de la descendencia de Elí fue expulsado de este ministerio por el rey Salomón (1 Reyes 2:26-27).
El rey Salomón oró pidiéndole a Dios que le diera “un corazón entendido”, y el mismo Dios se le apareció estando él en Gabaón diciéndole que le concedía lo que le había pedido y que también le daría cosas que no había pedido: Riquezas, gloria y larga vida (3:4-14). Más adelante Jehová envió palabras proféticas a Salomón prometiéndole que si continuaba andando en sus estatutos y mandamientos, el cumpliría lo dicho a David para su descendencia y habitaría en el templo que estaba edificando (1 Reyes 6:11-13). Jehová apareció por segunda vez a Salomón con palabras proféticas y le aseguró haber escuchado su oración y su ruego; y continuó diciéndolo que había santificado el templo recién construido por Salomón. Jehová le dijo además que afirmaría su trono, siempre que continuara en el camino recto, pero que si él y el pueblo de Israel se apartaban de él, caería el juicio divino sobre ellos (1 Reyes 9:2-9).
El profeta Elías aparece en el capítulo diecisiete de este libro con una profecía donde le advierte al descarriado rey Acab acerca de una sequía que se avecinaba (1 Reyes 17:1). Después de más de tres años de sequía, el profeta Elías se entrevistó con el rey Acab y le solicitó que le convocara a los ochocientos cincuenta profetas de Baal y de la diosa Asera en el monte Carmelo, donde Elías lanzó un desafío demostrando que Jehová era el Dios de Israel. Más adelante Elías le profetizó a Acab que se acercaba una gran lluvia, lo cual se cumplió, dando así terminación a la prolongada sequía (1 Reyes 18:1-46).
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