Personajes Bíblicos Ejemplares – III
La obediencia es uno de los rasgos distintivos de los hombres y mujeres de Dios. El primero de los diez mandamientos que tiene una dirección horizontal dice: “Honra a tu padre y a tu madre para que tus días se alarguen en la tierra que Jehová tu Dios te da” (Éxodo 20:12). Para todos nosotros es obvio entender que para cumplir ese mandamiento de honrar padre y madre, es necesario ser obediente. Saúl, el primer rey de Israel comenzó muy bien, pero más tarde parece que olvidó de donde Dios lo sacó y se engrandeció y comenzó a exhibir un comportamiento extraño, por lo cual Dios le envió un mensaje con el profeta Samuel diciéndole entre otras cosas que “la obediencia es mejor que el sacrificio” (1 Samuel 15:22)
El autor del libro de Génesis registra la condición de la raza humana en los tiempos de Noé diciendo: “Y se corrompió la tierra delante de Dios, y estaba la tierra llena de violencia. Y miró Dios la tierra, y he aquí que estaba corrompida; porque toda carne había corrompido su camino sobre la tierra. Dijo, pues, Dios a Noé: He decidido el fin de todo ser, porque la tierra está llena de violencia a causa de ellos…” (Génesis 6:11-13). Dios encontró a Noé, un hombre justo y en su misericordia le ordenó construir un barco, que la Biblia denomina arca, a fin de que él y su familia compuesta por siete personas se salvaran durante el diluvio que como merecido juicio enviaría a la tierra. Puesto que nunca había llovido y los hombres y mujeres estaban enfocados en su corrupción, continuaron su vida pecaminosa, sin creer las predicciones diarias de Noé; pero Noé le creyó a Dios, convirtiéndose de esta manera en un personaje bíblico ejemplar de la obediencia.
Los creyentes de hoy necesitamos seguir el ejemplo de Noé, el cual obedeció a Dios sin dudar en relación al Juicio que se avecinaba. Un destacado teólogo dijo: “El comportamiento normal del creyente es la obediencia al mandato”. El mandato al que hace referencia este teólogo es el que Cristo antes de ascender al cielo dio a todos sus discípulos presentes y futuros diciendo: “Id por todo el mundo y predicad el evangelio a toda criatura” (Marcos 16:15). Y agregó: “Por tanto, id, y haced discípulos a todas las naciones…” (Mateo 28:19). El apóstol Pablo nos pone a reflexionar acerca de los hombres y mujeres que aún andan sin salvación cuando escribe diciendo: ¿Cómo pues invocarán a aquel en el cual no han creído? ¿Y como creerán en aquel de quien no han oído? ¿Y cómo oirán sin haber quien les predique? (Romanos 10:14). Seguir el ejemplo de la obediencia de Noé, es un reto para los creyentes de hoy.
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