Un pasadía inolvidable

Un pasadía inolvidable

El domingo 11 de febrero del 2024 se recordará como el día de la alegría, la koinonía, el buen compartir y la camaradería “en gozo” de la comunidad de fe del Templo El Calvario y sus familiares.

La naturaleza lució su mejor esplendor: una temperatura de 26 grados centígrados al iniciar la mañana, una vegetación exuberante y el fresco de la brisa permitieron pasar a más de 300 personas -adultos, niños y adolescentes- el acostumbrado “Pasadía de la Familia” que año tras año organiza la Pastoral Familiar de la congregación.

Se dice que las bendiciones postreras son mejores que las primeras. La actividad debió celebrarse en noviembre, pero las condiciones meteorológicas no la permitieron. Toda obra para bien.

Desde bien temprano 4 autobuses de 50 pasajeros comenzaron a llenarse en el templo como punto de partida. 3 de ellos llegaron repletos los que se unieron a cientos de participantes que se desplazaron en sus vehículos a Campo Aventura, un bello y agradable lugar de recreación ubicado en Comatillo, Bayaguana, zona perteneciente al Parque Nacional de Los Haitises.

Los asistentes disfrutaron de dos piscinas, el río Comate con deslizadores de agua, canchas de fútbol y volley ball, tenis de mesa, dominó y amplios espacios de esparcimiento debajo de frondosos árboles.

Se celebró un culto de adoración con coros cantados como en los viejos tiempos – pura voz- ambientados con la güira de Ezequiel Hernández al estilo campo adentro. El hermano Constantino Gómez tuvo a su cargo una reflexión bíblica en base a un salmo de esperanza en Dios para enfrentar los avatares de la vida.

Igualmente se desarrolló una sección de preguntas bíblicas sobre diversos temas con respuestas rápidas y puntuales. En una primera ronda participaron 5 hermanos y hermanas que fueron descartándose hasta llegar a 2, pero ambos lograron los mismos premios.

Todos recibieron chocolates y golosinas. En otras dinámicas se rifaron kits de arreglos de pelo y adornos para el hogar.

La hora del almuerzo fue un verdadero derroche de comida por todos los rincones. Cada familia llevó sus alimentos. El ambiente fue invadido por el rico olor de la diversidad de platos y lo mejor compartidos por todos en un verdadero despliegue de koinonía.

Mientras unos comían, sin embargo, los niños, jóvenes y adolescentes invadieron las piscinas y las canchas de juego de Campo Aventura.

A las 4 de la tarde se inició el éxodo para el regreso -algunos se quedaron un tiempo más- quedando atrás un hermoso pasadía que se convirtió en una  aventura familiar para el recuerdo.

 

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