Herencia protestante en Samaná, 200 años de historia

Herencia protestante en Samaná, 200 años de historia

Entre el 29 de noviembre y el 4 de diciembre de 1824 se produjeron dos acontecimientos significativos para la historiografía protestante-evangélica en la República Dominicana. Se han cumplido exactamente 200 años.

El 29 de noviembre de esa lejana fecha arribó a la isla por el puerto de Santo Domingo el primer grupo de inmigrantes negros procedentes de Pennsilvania, Estados Unidos, para radicarse aquí por disposición del gobierno haitiano de Jean Pierre Boyer que dominaba todo el territorio tras la invasión dos años antes y quien tenía la intención de contribuir a mejorar la despoblación de la parte dominicana.

Un segundo grupo llegó el 4 de diciembre. Historiadores e investigadores hablan de unos 6 mil inmigrantes.

Ese desembarco de afroamericanos en su mayoría miembros de iglesias metodistas, constituye, para algunos, el comienzo de la historia de la iglesia cristiana-evangélica de RD.

Hay quienes sostienen que hay una prehistoria la que habría comenzado en los últimos años del siglo XVI con las incursiones de marineros protestantes europeos que, además de sus tareas habituales propias de sus oficios (bucaneros, filibusteros o piratas), distribuían biblias que la iglesia católica de la época llamaba “heréticas o luteranas.” 

Muchos de esos afroamericanos murieron al no aclimatarse al Caribe, otros regresaron, pero cientos se asentaron y echaron raíces que aún permanecen, como es el caso de Samaná donde viven sus descendientes muchos de los cuales guardan la fe de sus parientes pioneros.

En 1871 vino al país una comisión procedente de los Estados Unidos que elaboró un documento denominado “Informe de la Comisión Investigadora sobre Santo domingo” publicado en Washington. Ese informe recoge la vida, costumbres y opiniones de los llamados “americanos de Samaná”. Cuarenta y seis años después de ese asentamiento su testimonio de gente honrada y laboriosa permanecía intacto.

El escritor norteamericano, Harry Franck, visitó el país en 1920. Era un vagabundo, un viajero típico que más adelante presentó sus impresiones acerca de la vida de los descendientes de esos americanos de Samaná.

Franck narra que vio dos iglesias metodistas construidas de “planchas de hierro” (hace alusión al templo importado desde Inglaterra por piezas y ensamblado en Samaná en 1901 que se conoce como “La Chorcha”).

Ese local que aún está en pie se salvó de un fuego que destruyó el poblado en1946 y de las mandarrias destructoras del gobierno en la década del 1970. Es un legado cultural símbolo de libertad y bendición.

Este aventurero anduvo por sus calles y notó que sus descendientes de la cuarta o quinta generación estaban orgullosos de sus orígenes, no vivían en concubinato, no se mezclaban en política con raras excepciones y cultivaban una tendencia no dominicana de ayudarse a sí mismos y a no depender del gobierno.

Otro aspecto notable que observó fue la existencia de iglesias de hasta 300 miembros cuyos feligreses asistían los domingos cabalgando desde lugares lejanos.

La Comisión Investigadora de 1871 que mencionamos más arriba dedicó varias páginas para destacar la convivencia de esos inmigrantes que aún vivían y sus descendientes y son emocionantes sus hallazgos que testimonian el valor de su fe.

Se estima que en 1824 se asentaron en Samaná unos 200 inmigrantes, en 1870 los colonos eran unos 500 ò 600. Vivían en casas de dos o tres habitaciones y la familia no dormía en una sola habitación, a diferencia de la generalidad de los hogares dominicanos.

La comisión comprobó que unas 200 personas eran miembros de la Iglesia Metodista de Samaná, pero a los servicios de los domingos asistían entre 300 ò 400. Los principales sermones se pronunciaban los domingos mientras los miércoles se celebraban cultos de oración.

En el informe de la Comisión hay un párrafo contundente que exhibe el valor de su fe: “El robo de propiedad valiosa no ocurre…Generalmente las puertas aquí no tienen cerraduras…las parcelas de la gente no tienen divisiones y ellos no tienen disputas sobre la división de las cosechas donde no hay una línea definida de demarcación”.

Las demandas judiciales entre los metodistas eran inexistentes y generalmente era el pastor quien resolvía las disputas de negocios.

Esos hermanos a quienes hoy recordamos 200 años después de su llegada, inmediatamente fueron ubicados en Samaná organizaron su iglesia alentados por un personaje llamado Narciso Millar. Entre los fundadores figuran hombres y mujeres de apellidos James, Vanderhorst, Wilmore, Barett, Shepard, Anderson, Kelly y King, entre otros.

Esos americanos se “dominicanizaron”, pero subsisten rasgos interesantes de su cultura y de su fe.

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Periodista y presidente del Ministerio de la Pastoral Familiar del Templo el Calvario.