Los Cocolos y se fe como legado

Los Cocolos y se fe como legado

San Pedro de Macorís es historia, es ejemplo de diversidad cultural. Es tierra de bellos atardeceres, de poetas, de intelectuales, de los mejores deportistas, y de inmigrantes.

San Pedro de Macorís es sinónimo también de gente de fe como la fe cristiana que profesaron e implantaron muchos de esos “ingleses”. Es la ciudad cuna del Pentecostés cuando en 1918 arribó el predicador puertorriqueño Salomón Feliciano a regar la semilla de esa corriente carismática.

En la Sultana del Este se inauguró frente a su malecón el Monumento a los Cocolos, un tributo a la diversidad cultural y una muestra de la integración caribeña.

Es una bella plaza llena de simbolismo como el muro que representa un rompeolas evocando las dificultades de esos inmigrantes llegados de las islas, el pulido que representa el mar y 4 planchas de un acero oxidado a propósito con el poema Los Inmigrantes de Nolberto James.

En el acto se resaltaron los aportes de los cocolos sumando progreso al país desde que comenzaron a emigrar en 1872, y uno de ellos es el espiritual a través de su fe cristiana.

Los primeros llegaron para el duro corte de la caña en los ingenios azucareros, pero después debido a su disciplina, educación y ética protestante del trabajo dejaron los cañaverales por las factorías.

Desde el barrio Miramar donde se fueron asentando, los cocolos establecieron la Iglesia Episcopal Dominicana, la Moraviana y la Africana Metodista Episcopal, entre otras.

La primera generación se aferró a su idioma inglés en sus hogares y servicios religiosos. La disciplina era estricta. Fundaron hermandades de socorro y sociedades mutualistas como una forma práctica de protección. 

Al principio el término cocolo se aplicó despectivamente, pero luego derivó en una expresión de admiración y cariño hasta el día de hoy cuando es sinónimo de trabajo, formación hogareña, disciplina, ejemplo a las nuevas generaciones y legado de fe.

Con aprecio recordamos a los “cocolos de la central”, creyentes miembros de la Asamblea de Dios Central de Santo Domingo con quienes compartimos: Lincoln Othwell, las hermanas Doris y Gladys James, Doris George, Thelma Edwards y Osvaldo Lake Williams.

Muchos de sus descendientes –como el alegre predicador y médico Winston Nicolás Hicks, el psiquiatra, escritor y pastor Rafael Dunker Lambert- se destacan como ministros y laicos en nuestras iglesias evangélicas del Este y de todo el país como ejemplos vivos de la fe sembrada por esos inmigrantes de las islas antillanas, los cocolos.

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Periodista y presidente del Ministerio de la Pastoral Familiar del Templo el Calvario.