¿Soportaría el mundo 24 horas sin internet?
por Fuente Externa
Cuáles daños provocaría a los hogares, negocios, industrias, infraestructuras educativas, de salud, Et.? ¿Qué pasaría con las comunicaciones?
Sencillamente sería un apocalipsis. Estas preguntas se plantean a raíz de la publicación del libro Error 404 de la periodista española especializada en ciencia y tecnología Esther Paniagua.
En su ensayo ella plantea la posibilidad de que el internet colapse y el mundo se envuelvan en el caos y en el desastre.
Los cristianos creyentes en las profecías del fin saben que vendrán tiempos difíciles para el mundo. Una catástrofe de esa naturaleza sería una especie de ensayo de lo que le espera a la humanidad.
A continuación, presentamos algunos extractos de una entrevista hecha a su autora por BBC Mundo sobre el particular.
¿De verdad crees posible que internet colapse un día?
O es que yo lo crea, que me despierte un día pensando eso.
Es una afirmación que viene de la ciencia, que han hecho muchos expertos, entre ellos el filósofo y teórico de la conciencia Dan Dennett, un referente en el campo de la neurociencia, alguien a quien admiro mucho y cuyos libros he leído.
A partir de una entrevista en que él le dijo a Toni García, un periodista amigo mío que lo entrevistó, que «internet se vendrá abajo y viviremos oleadas de pánico mundial», yo empecé a investigar, y me di cuenta de que aquella frase tenía fundamento.
Empapado del conocimiento de los tecnólogos y otros especialistas que lo rodean, Dennet piensa en las consecuencias sociales que tendría un apagón de internet y en lo que nos ha llevado a que esas consecuencias sean peores de lo que deberían o podrían ser.
¿Es entonces una cuestión de tiempo que internet colapse?
Yo no diría que es seguro al 100% que internet colapsará en algún momento y que todo dejará de funcionar, pero creo que es altamente probable. Lo que obviamente no tengo es una fecha, igual que no la tiene nadie. Puede pasar mañana, dentro de cinco años, de diez o nunca, aunque creo que «nunca» es la menos probable de todas las= posibilidades.
Y más allá de lo obvio, ¿qué sucedería si cayera internet?
Todo, absolutamente todo depende de internet y eso hace que sea especialmente vulnerable. Hemos convertido todo en un ordenador: desde las infraestructuras críticas a los hospitales, las administraciones públicas, las universidades, las empresas, nuestros cuerpos, nuestra ropa, nuestros electrodomésticos. La electricidad. Así que, si se cayera, todo dejaría de funcionar, y se produciría además un efecto en cadena, dominó, porque afectaría incluso a servicios que no están conectados a la red.
Ya hemos visto simulacros muy reales, pero a escala muy pequeñita de lo que podría pasar. Un ciberataque en 2021 contra el principal proveedor de telecomunicaciones de Bélgica dejó K.O. a la mayoría de los servicios gubernamentales, incluidos servicios hospitalarios críticos, el parlamento, las universidades, etcétera. Y eso que solamente duró unas pocas horas.
Los expertos de los servicios de inteligencia aseguran que sería a partir de 48 horas cuando comenzaría a cundir el pánico, cuando la gente empezaría a temer por su supervivencia.
¿La caída de internet haría a la gente temer por su supervivencia? ¿No es un poco apocalíptico?
Claro, pero es que entre todo lo que dejaría de funcionar estarían los mercados y los supermercados. Sin internet no podrían facturar, no podrían cobrar más que en efectivo, pero nosotros no podríamos sacar efectivo del banco. Así que, aunque los productos estén ahí, no los podríamos comprar.
¿Y qué pasaría si no podemos acceder a alimentos o a medicinas porque no tenemos efectivo? Ni siquiera los expertos en seguridad nacional son conscientes de hasta dónde llegaría ese efecto en cascada.
Dices en tu libro que podríamos quedarnos sin internet en menos de 30 minutos.
Así es. Es algo que descubrí en el proceso de investigación para mi libro.
En 1998, un grupo de hackers éticos o hackers buenos, fue llamado a comparecer ante el Senado de Estados Unidos, dada la preocupación que había ya por aquel entonces de que se cayera internet y con él todo el comercio electrónico asociado, que entonces aún era incipiente.
Esos hackers declararon que en 30 minutos eran capaces de derribar toda la red a través de vulnerabilidades en un protocolo base de internet que, por decirlo de manera sencilla, hace que la información fluya de la forma más eficiente posible.
Es como el GPS de internet, que cuando quieres llegar de un punto a otro de la red -por ejemplo, escribiendo el nombre de una web o haciendo clic en algo- decide cuál es la forma más rápida de hacerlo.
Fue precisamente una actualización de ese protocolo lo que, según la versión de Meta, hizo que el 4 de octubre de 2021 se cayeran todos los sistemas de la familia Facebook, desde WhatsApp a Instagram, y solo con eso ya cundió el pánico.
Esa es una de las posibles vías de caída de internet, pero no la única.
Hay muchísimas otras, ¿no?
Hay muchísimas otras, ¿no? Cierto. Un ataque contra Google o Amazon, por ejemplo, supondría cargarse la mitad de la red, con las consecuencias que eso tendría para las personas y las empresas que guardan su información en las nubes. También están nuestros teléfonos, que son además un blanco muy fácil, aunque también duraría poco tiempo, porque las operadoras se darían cuenta y lo resolverían seguramente en un plazo inferior a esos dos días que tenemos de margen previo al desastre, probablemente en cuestión de horas.
O puede ocurrir que un fenómeno de la naturaleza, como una tormenta magnética, haga caer todo. Es algo extremadamente improbable, pero si ocurriera sería nefasto, la caída más catastrófica y más distópica, ya que afectaría no sólo a la red sino a dispositivos como los satélites y otras muchas tecnologías.
Los cables submarinos. Y esta vía es muy vulnerable. He seguido investigando y documentándome después de escribir el libro, y así me enteré de que todo Yemen, un país con 30 millones de habitantes, se había quedado sin internet en 2020 a raíz de un fallo en un cable submarino provocado por el ancla de un barco (que algunas fuentes atribuyen a los hutíes, un grupo rebelde involucrado en el conflicto yemení).
Ese cable transportaba el 80% del tráfico en internet del país. El 20% restante va por otro cable. Pero cuando todos esos millones de personas intentaron conectarse a través de ese segundo cable, este colapsó, con lo cual se quedaron todos sin internet.
Eso nos hace ver la vulnerabilidad de esas infraestructuras físicas. Porque además de un ataque intencionado, esos cables pueden cortarse por error, como de hecho ha sucedido en varias ocasiones.
Dices que hasta un niño podría llevar a cabo un ciberataque contra internet.
Así es. Y esa es otra de las cosas que quería subrayar con este libro: la facilidad, cada vez mayor, de llevar a cabo un ciberataque.
Igual que en los comienzos de internet era muy difícil para un usuario básico crear una web y ahora es facilísimo, antes hacer un ciberataque era muy complicado y ahora es muy sencillo. No se necesitan ni siquiera conocimientos avanzados en informática.
Y además cada vez es más barato, del mismo modo que antes los computadores costaban un riñón y no salían de los centros de investigación y ahora todos en nuestra casa tenemos tres, porque un celular o una tablet también son computadores.
Ya tenemos muchos casos de chicos que incluso sin pretenderlo, jugando, han llevado a cabo ciberataques.
Y dado que hay tantas formas de apagar internet y que ello tendría consecuencias funestas, ¿tienen los gobiernos y los Estados algún plan para evitar el caos que conllevaría una caída masiva de la red?
La respuesta corta es no. No hay ningún plan específico para internet.
Las teleoperadoras están obligadas a tener planes por si hay caídas, y se confía en que esas empresas estén haciendo su trabajo. Y Red Eléctrica (la empresa estatal española responsable de las redes de transmisión de energía) también cuenta con protocolos de actuación en caso de apagón.
Pero a nivel gubernamental no hay nada. Si hay una caída de internet habrá que ver por ejemplo cómo se organiza a la gente.
Ese es uno de los principales temores de Daniel Dennett, quien dice que no tenemos botes salvavidas.
Antiguamente, cuando pasaba algo grave, la gente se reunía en las iglesias y allí se organizaba. ¿Hoy a dónde vamos? ¿Al ayuntamiento? ¿A la biblioteca? La sociedad cada vez está más fragmentada, más polarizada y más individualizada. Y el estar así, separados los unos de los otros, puede hacer que las consecuencias de un evento como la caída de internet sean aún peores.
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