Hacia una renovación espiritual – VII

Una sentencia bíblica dice:

No os engañéis; Dios no puede ser burlado: pues todo lo que el hombre sembrare, eso también segará…”
(Gálatas 6:7).

Esta advertencia paulina se había cumplido con el patriarca Jacob, puesto que siendo aún joven fue engañado muchas veces y de varias maneras por su tío Labán y ya anciano volvió a ser engañado por sus propios hijos. Jacob se arrepintió, recibió un nombre nuevo, como símbolo de su renovación espiritual, pero no sabemos la causa que de todos modos se cumplió en él otra sentencia divina que dice:

…Y sabed que vuestro pecado os alcanzará.
(Números 32:23).

Jacob, a causa del fallecimiento de Raquel, la más amada de sus dos esposas, se acercó más a José, el primogénito de su esposa preferida, y en demostración de ese apego le compró una túnica de varios colores que le distinguía de sus hermanos. Aquí se repite las preferencias que causaron muchos problemas en la casa de los padres de Jacob. Los diez hermanos de padre de José, pues su único hermano de padre y madre era Benjamín, comenzaron a tener celo de él; a la distinción que le daba su padre agregó unos sueños que lo colocaban como el patriarca de la familia, donde todos, incluyendo a sus padres le rendirían pleitesía.

El celo de los hermanos de José alcanzó tal magnitud que planificaron deshacerse del soñador como llegaron a llamarle. Primeramente idearon matarlo y echarlo en una cisterna, luego lo echaron vivo en la cisterna, y finalmente lo vendieron por veinte piezas de plata a unos mercaderes ismaelitas, que luego lo vendieron como esclavo en Egipto. Pero el Dios misericordioso y perdonador, después de pasar por un  quebrantamiento tanto a José en Egipto como a sus hermanos en tierra de Canaán los renovó espiritualmente, después que estos diez hermanos pidieron perdón a José y este estuviera dispuesto a perdonarlos.

Rvdo. Félix Hernández

Pastor y fundador de la Iglesia de las Asambleas de Dios Templo el Calvario, Santo Domingo, Rep. Dom.